lunes, 23 de junio de 2008

DOMINGO

Nostálgica.

Todo un día con amigos, pizza amasada por Virginia, el pequeño Juan , detrás de todo lo que tenga botones, luz y sonido: por el portero eléctrico habla con su abuela (no logré entender qué le contaba), con el celular juega al flipper sin conocer en qué consiste y sube al máximo el volumen del equipo de música (esta vez no fuimos los mayores quienes iniciamos la fiesta), me mira por el vidrio de la ventana, se esconde, lo descubro y corre a las piernas de Pato.

Luciano me tira el Tarot y dice que el viaje será fantástico. Yo le pregunto que cuándo piensa él publicar sus cuentos. Todo está mezclado esta tarde.

Mi amiga espera su primer hijo, y los que estamos cerca nos regodeamos, dando rienda suelta a toda clase de sensiblerías que, dadas las circunstancias, no reprimimos. Las humoradas sarcásticas de rigor hubieran sido la respuesta más estúpida frente a una emoción irrefrenable.

Mis padres llaman, como todos los días, y no puedo evitar sentir cierta melancolía por adelantado, aún faltan dos meses para irme.

Yo me llevaría a todos conmigo, incluyendo a aquellas personas que no siempre prefiero. Trasladaría mi casa, mis gatas, la calle y a los vecinos. Cualquiera diría que no quiero irme, quizás una parte de mi quiere quedarse, es verdad y otra, consciente de una libertad pocas veces ensayada, brega por lo que vendrá.

Siento que circundo el vacío; miro y re miro algunos ojos antes de accionar, y aunque la decisión esté tomada, cargo esas miradas de una responsabilidad no pretendida.

La realidad se intensifica, lo cotidiano tiene un tinte de extrañeza, esa ajenidad que cuela una y otra vez mi vida como está. No queda mucho en el tamiz. Tampoco es momento de grandes balances. Reconozco que estoy algo sensible, propensa a revalorizar todo porque en poco tiempo no tendré nada. Ignorante acerca del futuro: pura expectativa.

Los ajustes vendrán luego; habrá que ir, volver, barajar y reelegir.

3 comentarios:

Pablo Libre dijo...

Vaya nomás. Yo supe muy bien durante los 10 años que estoy acá todas y cada una de las cosas que describís, pero va a llegar el momento en que te des cuenta de que valió la pena tomar el riesgo. Como dice Rimbaud:
"Quels bons bras, quelle belle heure me rendront cette région d'où viennent mes sommeils et mes moindres mouvements?"
Decile a mi amigazo Hugo que te lo traduzca jaja

Xelia dijo...

Tu amigazo??? jajajajajaj

Xelia dijo...

Gracias, Pablete, besos